Cuentos de horror cósmico inspirados en el estilo de H.P. Lovecraft, donde las fuerzas cósmicas y seres antiguos desafían la cordura humana.
El Manuscrito de Innsmouth
- Detalles
Desde pequeño, Emiliano siempre había sentido una atracción inexplicable hacia el mar. Cuando finalmente se mudó al puerto pesquero de Innsmouth, una ciudad olvidada y envuelta en misterio, se sintió más cerca que nunca de aquella llamada constante. A pesar de las advertencias de los pocos residentes que aún quedaban en la ciudad, Emiliano no pudo evitar explorar los rincones oscuros y húmedos de aquel sitio, que parecía estancado en otra época. Las casas estaban corroídas por el salitre y el abandono, y las calles, desiertas al caer la noche, parecían susurrar historias de tiempos remotos.
Una tarde, mientras revisaba la colección de libros y artefactos antiguos en una pequeña librería, encontró un manuscrito que había pertenecido a uno de los descendientes de una antigua familia de Innsmouth. El manuscrito, cubierto de polvo y humedad, parecía un diario, pero su contenido era enigmático. Estaba escrito en un dialecto extraño, mezclado con símbolos que parecían grabados, no escritos. A pesar de sus esfuerzos por traducirlo, solo pudo descifrar fragmentos que hablaban de un dios dormido en las profundidades del océano y de una criatura conocida como "Dagon".
A partir de esa noche, Emiliano comenzó a tener sueños extraños. Soñaba con ciudades sumergidas, construcciones colosales con geometrías imposibles y figuras reptilianas con ojos inmensos que lo observaban desde las sombras. En sus sueños, oía cantos profundos y guturales, como el murmullo de una multitud que esperaba pacientemente a que alguien despertara de un largo letargo. Al despertar, sentía un pánico inexplicable y un deseo cada vez más apremiante de ir hacia el mar, como si algo en su interior respondiera a esa llamada insondable.
Una noche, incapaz de resistir el impulso, salió de su casa y caminó hacia la costa. La luna llena iluminaba las aguas, y una bruma densa cubría la playa. Al acercarse al agua, notó figuras humanoides emergiendo del océano, sus ojos brillaban con un fulgor verde y sus cuerpos estaban cubiertos de escamas resbaladizas. Entre susurros y palabras en aquel dialecto extraño que había visto en el manuscrito, Emiliano entendió que ellos lo estaban llamando.
Las figuras se acercaron lentamente, y una de ellas extendió una mano hacia él. Emiliano sintió el frío de la piel húmeda y, sin resistencia, la tomó, permitiendo que lo guiaran hacia el agua. A medida que se adentraban en el océano, una sensación de paz se apoderó de él, como si estuviera regresando a un hogar ancestral, a un lugar que había olvidado, pero que había estado esperando por él durante eones.
El último pensamiento consciente de Emiliano fue sobre aquel manuscrito. Comprendió que no era un diario, sino una advertencia. La advertencia de alguien que había intentado dejar constancia de los secretos y horrores de Innsmouth, y del precio que aquellos secretos exigían a quienes osaran descubrirlos.
La marea volvió a subir esa noche, pero Emiliano jamás regresó. Se cuenta que, en noches de luna llena, es posible ver en la orilla del océano a una figura solitaria, caminando hacia el mar, perdida en un sueño eterno bajo las olas.
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