En las montañas de Baviera, Alemania, se encuentra el pequeño y remoto pueblo de Rittenwald, rodeado por densos bosques y niebla perpetua. En la Edad Media, Rittenwald ganó notoriedad cuando viajantes y comerciantes reportaron extraños sucesos al cruzar sus tierras. Muchos hablaban de un culto llamado “Los Hijos de la Sombra” que operaba en las profundidades del bosque, lejos de los ojos curiosos.
Según la leyenda, el culto se originó cuando una figura conocida como “El Profeta de la Oscuridad” llegó al pueblo durante una hambruna. Esta figura, descrita como un hombre de túnica oscura y rostro cubierto, prometió a los habitantes que la prosperidad volvería si le entregaban su lealtad eterna. Desesperados, los aldeanos aceptaron, y así nació el culto. El Profeta de la Oscuridad exigió que, en las noches de luna nueva, los habitantes ofrecieran sacrificios en un altar oculto entre los árboles, donde las sombras parecían cobrar vida.
Con el tiempo, la abundancia llegó a Rittenwald. Los cultivos prosperaron, y las enfermedades que afectaban a otros pueblos desaparecieron. Sin embargo, a un precio: cada generación debía continuar el ritual. A quienes osaban abandonar la práctica o revelar el secreto les esperaba un destino terrible. Muchos desaparecieron o fueron encontrados en el bosque, sus cuerpos marcados con símbolos extraños y sus ojos abiertos en un espantoso pánico.
Siglos después, los habitantes de Rittenwald aún se niegan a hablar del tema, aunque algunos visitantes aseguran que, en ciertas noches, se pueden escuchar cánticos que parecen venir de lo más profundo del bosque, como si los antiguos rituales aún estuvieran vivos.
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